Fecha Publicación: 21/06/2024 19:36:05 pm
Hoy las empresas enfrentan una creciente presión para innovar y competir, pero tienen poca tolerancia al error. Por ejemplo, el 97% de las microempresas peruanas se mantienen en ese tamaño incluso después de 10 años, según la Cámara de Comercio de Lima (CCL). Esta estadística muestra la necesidad urgente de una cultura empresarial que no solo permita aprender del error, sino que lo fomente como parte esencial del camino hacia el éxito sostenible y la competitividad a largo plazo.
Entendamos que la gestión de la innovación implica formular y ejecutar un conjunto de proyectos que tienen un riesgo o posibilidad de fracasar, a pesar de que se tomen todas las medidas posibles para evitarlo. Inclusive muchas veces las actividades de investigación y desarrollo no logran los resultados esperados.
Por ello, es muy importante que comprendamos que toda actividad de mejora o de creación debe considerar un margen para el error, y que este no está mal, sobre todo cuando estamos promoviendo que se exploren nuevos mercados, productos, modelos de negocios y procesos. Ser conscientes de esta situación nos permite inclusive corregir posibles fallas. La tolerancia al error promueve:
• La creatividad, la innovación y el emprendimiento, al generar un ambiente en el que nos podemos sentir libres de probar nuevas ideas o generar iniciativas sin el temor a cometer errores.
• La mejora continua y nuevos aprendizajes, al crear un entorno donde se puede investigar o experimentar, aprender de los errores y mejorar en el futuro.
• La reducción del miedo al fracaso, al permitirnos asumir mayores riesgos de manera más segura en un margen determinado por la empresa y explorar nuevas oportunidades o soluciones novedosas que de otro modo no se realizan.
• La colaboración, al sentirnos más cómodos compartiendo las ideas, experiencias y lecciones aprendidas de manera abierta con el equipo y en general con la empresas, justamente para evitar futuros errores.
Así, la disposición a aceptar errores crea un entorno propicio para la innovación, la creatividad, el espíritu emprendedor y el aprendizaje continuo. Esto promueve la colaboración y, en última instancia, impulsa el crecimiento y la competitividad de la empresa.